Martha Peña Preciado
Médica general y Neuróloga - U. Nacional de Colombia
Contacto: mpena@ioir.org.co tel 57601- 3534016
Hay entidades biológicas que pueden tener una reproducción asexual, son organismos unicelulares, hongos, plantas o inclusive algunos animales invertebrados, anfibios y reptiles bajo determinadas características ambientales y no siempre es la mejor opción porque representa una desventaja para la adaptación. El resto de existencias biológicas somos sexuadas, con reproducción sexual. Excepción, los pitufos que se reproducen de forma asexual y sin embargo tienen comportamientos de tinte sensible y erótico.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) se refiere a la salud sexual como un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad. Requiere un enfoque positivo y respetuoso de la sexualidad y de las relaciones sexuales, así como la posibilidad de tener experiencias sexuales placenteras y seguras, libres de toda coacción, discriminación y violencia.
Es la discriminación respecto a las experiencias sexuales placenteras la que debe hacernos pensar en las personas con discapacidad física asociada a enfermedades neuromusculares, por ejemplo, solo por ejemplo.
Las personas en sillas de ruedas no son pitufos, no son asexuados y en todo el espectro de sexualidad, erotismo y genitalidad fálica tienen el derecho a la salud sexual, inclusive tienen derecho a no querer tener experiencias sexuales pero definitivamente no podemos como sociedad discriminarlos ni siquiera en ese aspecto humano y profundo.
En un mundo de la cultura de las masas (mainstream) superpuesta con la industria del sexo y cultura del consumo se nos involucra en un modelo de mercado erótico, donde los guapos, sanos, jóvenes y ricos son quienes ejercen el erotismo, un tipo único de erotismo. Entrando en el juego nosotros nos ajustamos a las exigencias del escaparate, nuestro deseo se uniforma y obedecemos a la expectativa del deseo de otros. Besamos como en las películas, seducimos como en las canciones y el coito es también el mismo.
Y si por una enfermedad no tenemos el cuerpo y la voluntad de Esperanza Gómez, el dinero y aceptación de Omar Borcan directamente llegamos al etiquetado de "ángeles que no piensan ni hablan de sexo". Silencios de deseos existentes, por supuesto. Parece que no podemos crear un diálogo entre personas enfermas con discapacidad y médicos en que los tabús mutuos se deconstruyan.
Las personas con enfermedades que les imponen un existir distinto, lo que llamamos nosotros discapacidad, prefieren que las pensemos más ampliamente en el concepto de la diversidad funcional, intelectual y mental. Siendo coherentes, su diversidad por supuesto también es sexual en el cómo, cuánto y con quién. No hablarlo, no saberlo, pone a las personas en silencios castrantes, miedos y riesgos de abuso.
El cuerpo es una realidad biológica pero también una construcción cultural, simbólica. El cuerpo que resulta de un imaginario individual y colectivo. La piel, su sensibilidad permanece en la enfermedades neuromusculares de predominio motor, puedes no mover casi nada de tu cuerpo, mover un poco tus ojos, un poco tu boca pero cada fragmento de tu cuerpo vibra como cualquier otro.
Cuando era niña la primera canción con carga erótica versaba "Quiero correr por tu cuerpo como agua caliente". La sensibilidad de la piel se representa en nuestro cerebro, la corteza sensitiva en el lóbulo parietal, de una forma extensa y precisa y con una conectividad a redes profundas, arquetípicas a las que debemos nuestra supervivencia en este planeta. La corteza contiene áreas extensas de representación somatestésica primaria correspondientes a los labios, el rostro y las manos por eso es probable que sean tan erógenas. Los genitales también tienen un espacio cortical. Julio Cortázar lo sabía: “Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera…”.
Julio Cortázar tiene una diversidad del lenguaje que quiero utilizar para la diversidad sexual en las personas de diversidad funcional: “Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban…”. Esta realidad carecería de fascinación sin libros como Rayuela.
El tiempo es de besos, con o sin limites
https://www.youtube.com/watch?v=Eyf2N38uvfo
https://www.gerosol.com/blog/nuestra-sexualidad-diversa-la-de-todos/
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