Como muchos de los de neurólogos pediatras de la Universidad Nacional de Colombia inicié mi formación en la Liga Central contra la Epilepsia de Bogotá. Allí, el doctor Carlos Medina Malo propone un tratamiento integral para el paciente que tiene epilepsia. Dentro de las enseñanzas desarrolladas por más de 30 años el doctor Medina Malo propone el enfoque bio-psico-social del paciente. Este centra todo el accionar y la propuesta terapéutica en la incorporación de los procesos sociales, culturales y demográficos de cada familia a un plan de tratamiento específico. Es decir, en lenguaje cotidiano -como el que utiliza para explicar las cosas más complicadas- el profesor Medina Malo centra la atención de sus estudiantes en el paciente y su entorno social y familiar. Con frases como: “no se olviden que el niño con epilepsia es una familia con epilepsia”, o: “no hay epilépticos sino pacientes con epilepsia”, logra aproximar los cerebros biomédicos de sus estudiantes a la realidad del paciente, que dista mucho de la explicación del libro de medicina. Estas experiencias y conocimientos son tomados en cuenta para la construcción integral de un diagnóstico.
Este enfoque puede que no sea necesario o pertinente para algunos neurólogos, pero para aquellos que hemos tenido la oportunidad de trabajar con el paciente con epilepsia y su familia, la forma en la cual vive su enfermedad y cómo la enfermedad modifica la percepción que tiene de su entorno, modifican el desarrollo de la práctica clínica diaria. Y esto a su vez modifica de manera permanente la relación desarrollada entre el médico y el paciente.
Durante el desarrollo profesional mi quehacer médico se modificó numerosas veces. Debí abandonar la idea inicial de basarme en un esquema de trabajo científico, a partir del cual la información disponible en consulta se codificaría y procesaría para obtener un dato significativo clínica y estadísticamente. Acepté las recomendaciones del doctor Medina quien me sugirió enfocar mi trabajo en los relatos y experiencias de las personas y su vida cotidiana. La idea era ir desarrollando un esquema de trabajo desde preguntas simples realizadas en el consultorio y el trabajo hospitalario, ubicando a las personas en los discursos donde se desarrolla la cotidianidad y donde toma lugar el sincretismo de ideas y percepciones que construyen una realidad común para las que viven con epilepsia.
Posterior a un primer acercamiento logrado en consulta tomé la iniciativa de realizar la primera consulta como una entrevista. Al hacerla surgió una primera inquietud: ¿permitiría que el paciente hablara de lo que quisiera, sin interferir en su narración? o ¿modularía la entrevista como en la consulta médica tradicional? Al final tomé la decisión de realizarla a partir de un diálogo no dirigido, pero sí compartido, donde el significado expresado por el otro se interprete de una manera similar por las dos partes. Esto lleva al siguiente nivel: la interpretación que permitió la realización del análisis pertinente. De esta manera traté de desarrollar un relato que pudiera explicar de una manera coherente la idea y cronología del relato del paciente y hacerme a una idea del cómo, el cuándo, el por qué y el dónde se siente y se sufre la epilepsia.
Profe, se le recuerda con cariño y admiración
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