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El escuchar y el pensar. Reflexiones sobre el lenguaje, las oralidades y su importancia

Uno de los aspectos más llamativos de los procesos de desarrollo del lenguaje es el biológico. Desde este punto de vista dichos procesos se pueden clasificar como: semánticos fonético, fonológicos, sintáctico (Alessandri; 2005).

Esto significa que partiendo de la producción de sonidos en el planteamiento del problema, estos se articulan en estructuras complejas generando construcciones articuladas, ordenadas específicamente para producir un sentido particular (a partir de los sonidos se producen palabras, que se ordenan de una manera específica para generar un significado).





El sistema nervioso central integra los procesos del lenguaje en dos etapas básicas: una preléxica y otra léxica que se manifiesta a través de procesos pragmáticos en el lenguaje oral; estos se desarrollan desde los sonidos básicos hasta la elaboración de fonemas (Gazzaniga 2003); posteriormente construyendo morfemas y lexemas, desarrollados a través de la memoria reciente y de las tradiciones orales presentes en estas poblaciones el proceso de aprendizaje del lenguaje sigue el orden establecido anteriormente; el niño primero empieza a emitir sonidos simples (fonemas), que va lentamente articulando para generar sonidos más complejos (morfemas y lexemas); una vez logra emitir palabras claras, empieza a ensayar la construcción de frases y oraciones (proceso sintáctico); por último, cuando el niño ha establecido un orden particular en su discurso , empieza a buscar sentido en sus expresiones. Cabe aclarar que este proceso es exclusivamente oral; las categorías con las que se describen los diferentes fenómenos son nominaciones a posteriori; clasificaciones que nacen de la función metalingüística del lenguaje, que solo entrarán a jugar parte del desarrollo del lenguaje en la etapa escolar avanzada del niño. La inteligencia infantil se enriquece con la experiencia y la eliminación de errores. La mente, a medida que avanza, se subordina cada vez más a las leyes de la experiencia y a la lógica, partiendo del pensamiento egocéntrico, que trata de adaptarse a la realidad sin comunicarse como tal.


El cerebro del niño preescolar es semejante al del adulto: las capacidades cognitivas y mentales son, estructuralmente hablando, similares. La forma como el niño comienza a relacionarse con su entorno, a aprender y a aprehender al mundo será la que guíe sus procesos de pensamiento hacia un conocimiento particular del mismo. La realidad, desde este punto de vista, es una realidad interpretada a través del pensamiento y del lenguaje. Las áreas frontal posterior inferior y la temporal son las que están involucradas en el proceso de escuchar (passive listening). Sin embargo, el proceso del lenguaje, tanto comprensivo como expresivo, activa noventa y dos (92) zonas cerebrales, que generan las actividades cognitivas necesarias para la producción del lenguaje. La cognición será entonces el puente entre la realidad externa y el lenguaje que usamos para interpretarla en la medida en que el niño crece y comienza a interactuar lingüísticamente con el mundo, su manera de conocer y conocerse será a través de las historias y de los relatos que reciba de gente mayor. La interacción entre lo que el niño oye, se imagina y vive serán los elementos que le permitirán establecer un mundo real en el cual fundará su existencia. Esto implica una relación física; el espacio en que el niño crece; ese lugar en donde las relaciones sociales se desarrollan será el sitio en donde el niño establecerá las formas en que los discursos se tornarán reales a través de sus sentidos. La posibilidad de identificar un sitio con una narración, de poder relacionar perceptiblemente una imagen mental con una imagen percibida, ayuda a que el niño desarrolle su lenguaje y desarrolle sus capacidades cognitivas.


La realidad del niño evolucionará a partir de una realidad fantástica que él se crea a partir de lo que recibe durante sus primeros años de vida. Las facultades para aprender dependerán de las formas como el niño aprendió a percibir el mundo y a expresar dicha percepción. La experimentación constante y la repetición de comportamientos y de relatos hacen que en el individuo se asienten formas de vivir el mundo. Así, el aprendizaje de las maneras tradicionales se refresca y se reaviva en el nuevo miembro de la comunidad. el recuerdo y el pasado son importantes para mantener la identidad y la supervivencia del grupo. La memoria entra en juego y con ella la capacidad biológica que tiene el individuo de guardar, de recordar. El cerebro es selectivo y en ocasiones olvidamos para poder recordar. La memoria depende de la capacidad cognitiva del ser. En la medida en que el individuo es capaz de repetir, aprender y condicionar su comportamiento, así será su posibilidad para retener hechos de la cotidianidad en su memoria.


El lenguaje, la realidad y la capacidad cognitiva son tres elementos que interactúan y se relacionan entre sí para que se dé el desarrollo pleno durante la etapa preescolar y escolar.

La necesidad del conocimiento y de los saberes acumulados en sus tradiciones orales, con las cuales sus niños interactúan a diario, permite aplicar conocimientos y destrezas específicas necesarias para generar el ambiente propicio de desarrollo de conocimiento verbal–oral que permite posteriormente la incorporación de las tradiciones orales y manifestaciones culturales inmateriales propias de una comunidad. Los procesos de aprendizaje que identifican a estas personas se desarrollan desde la infancia y se refuerzan en el proceso de escolarización de sus niños. Es por esta razón que el conocimiento de estas estructuras básicas permitirá identificar los valores que preservan la tradición cultural y cómo estos influyen en el aprendizaje posterior.

Alessandri Maria Laura, (2005). Trastornos del lenguaje. Buenos Aires Argentina

Gazzaniga Michael. (2003) Cognitive neuroscience 3ed. w.w.w. norton & co


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