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La Medicina de Precisión en Neurología

Actualizado: 1 may 2021

Carolina Vargas

Médica general - Universidad de la Sabana

Neuropediatra - Universidad Nacional de Colombia


En los últimos años la Medicina ha tenido un desarrollo vertiginoso que ha hecho posible lo que antes parecía una utopía; pasamos de las radiografías que ofrecían una foto burda del cráneo a las resonancias magnéticas cerebrales. Estas permiten actualmente no solo visualizar de forma precisa la estructura del cerebro, sino también su composición (sin necesidad de biopsias), su funcionamiento, las autopistas de información o tractografía, entre muchas otras cosas); cada vez la vida se parece más a lo que veíamos solo en las películas.






Dentro de los nuevos conceptos que poco a poco van surgiendo, aparece la denominada Medicina de Precisión, que plantea el desarrollo de tratamientos “a la medida”, o “especializados” de acuerdo con las condiciones propias de cada paciente. Por ejemplo, actualmente si un paciente adulto tiene un infarto recibe como parte de su tratamiento un medicamento llamado clopidogrel (que es como un “primo” de la aspirina). Este medicamento evita que las plaquetas se unan entre sí disminuyendo el riesgo de que se formen trombos, que pueden hacer que el paciente vuelva a sufrir un infarto o un accidente cerebrovascular (o llamado “derrame cerebral”).


Pero ¿el medicamento (en este caso clopidogrel) funciona igual para todos? ¿O cualquier otro? La respuesta es, bueno… no; como dice el dicho “no a todos nos va igual en la fiesta”. ¿Cómo es esto posible? esto se lo debemos a la genética. Nuestros genes no solo dictan de qué color es nuestra piel, o qué tan altos o bajitos somos, también imponen cómo vamos a responder a un medicamento y por lo tanto el efecto que este va a tener en nosotros. Después de esto, probablemente la siguiente pregunta que va a cruzar nuestra mente es: ¿Puedo saber si un medicamento va a funcionar para mí? Y la respuesta es afirmativa ya podemos saber si para algunos medicamentos va a ser efectivo, o si tenemos un riesgo mayor de presentar un evento adverso. ¿No es esto maravilloso?


De nuevo retomo mi medicamento para el infarto y el accidente cerebrovascular, el clopidogrel. Para funcionar, este medicamento requiere de la ayuda de nuestro hígado, porque este es el que va a definir si va a funcionar o si es mejor pensar en otra opción, y bueno, en el caso de que lo estemos usando para prevenir un infarto o un nuevo infarto cerebral, por supuesto, lo ideal es minimizar los errores; esto es lo que se llama “Medicina de Precisión”.

Este tipo de nuevas alternativas van de la mano del desarrollo de una nueva disciplina que se dedica a estudiar la interacción entre el medicamento y nuestros genes: la farmacogenética (suena como a La Guerra de las Galaxias). Ahora, poco a poco vamos teniendo acceso a este tipo de estudios que permiten evaluar las características de mis genes y de acuerdo con esto el desenlace o respuesta que más probablemente voy a tener frente a un medicamento que mi neurólogo me indique.


Dentro de los medicamentos que se usan habitualmente en neurología se han estudiado anticonvulsivantes como la carbamazepina (en este caso para detectar riesgo de alergias), la fenitoína y el clobazam; antidepresivos como la fluoxetina y la amitriptilina; antipsicóticos como la risperidona, entre otros. Pero esto ha sido solo el comienzo, ya vemos cómo algunos de los nuevos tratamientos no buscan únicamente “aliviar” el síntoma, sino que tratan de restaurar la función que se ha perdido por el daño de un gen. Los próximos años nos prometen grandes cambios en el tratamiento de lo que antes se consideraban catastróficas o intratables condiciones neurológicas.


@carolinavneuroped

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