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Cuando la vida se hace pesada: mitos sobre el suicidio

Actualizado: 25 feb 2021


Maria Elvira Herrera Benavides

Médico General y Psiquiatra General - Universidad Pontificia Javeriana



El suicidio es un tema muy controvertido y se relaciona con muchos estigmas a nivel social, tanto para la persona que lo lleva a cabo, como para sus familiares.


Este tema es un problema de salud pública puesto que cerca de 800.000 personas se suicidan al año. Esta cifra nos habla de los suicidios consumados, es decir en los que la persona fallece, pero por cada suicidio ha habido múltiples tentativas que no son comentadas y son manejadas en el más estricto secreto. De hecho uno de los factores de riesgo para un suicidio consumado es haber presentado un intento de suicidio previo.


El suicidio es un problema muy grave en nuestra sociedad porque es la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años. Esto es alarmante porque significa que nuestros jóvenes son una población en riesgo.


Si bien el suicidio tiene una alta relación con la presencia de enfermedades mentales, muchos suicidios se producen impulsivamente, en momentos de crisis, que trastornan la capacidad para afrontar las tensiones de la vida tales como los problemas financieros, las rupturas de relaciones o los dolores y enfermedades crónicas.


Además, las experiencias relacionadas con conflictos, desastres, violencia, abusos, pérdidas y sensación de aislamiento están estrechamente ligadas a conductas suicidas. Las tasas de suicidio también son elevadas entre los grupos vulnerables objeto de discriminación, por ejemplo, los refugiados y migrantes; las comunidades indígenas; la comunidad LGBTI y las personas que están privadas de la libertad.


Los métodos más utilizados están en relación con la ingestión de venenos y plaguicidas en las áreas rurales. También se presentan maneras como ahorcamiento, disparos por arma de fuego o lanzamiento de grandes alturas. Saber esto es importante pues puede favorecer la prevención y la restricción en el acceso a este tipo de elementos o situaciones.


Debido a que es un tema que se maneja desde la clandestinidad por el tabú que representa. Hay una serie de mitos relacionados con el suicidio que es importante desmontar:


1. Quienes hablan de suicidio no tienen la intención de cometerlo.

FALSO. Quienes hablan de suicidio pueden estar pidiendo así ayuda o apoyo. Un número significativo de personas que contemplan el suicidio presentan ansiedad, depresión y desesperanza y pueden considerar que carecen de otra opción.


2. La mayoría de los suicidios suceden repentinamente, sin advertencia previa.

FALSO. La mayoría de los suicidios han ido precedidos de signos de advertencia verbal o conductual. Desde luego, algunos suicidios se cometen sin advertencia previa. Pero es importante conocer los signos de advertencia y tenerlos presentes.


3. El suicida está decidido a morir.

FALSO. Por el contrario, los suicidas suelen ser ambivalentes acerca de la vida o la muerte. Alguien puede actuar impulsivamente al tomar un veneno, por ejemplo, y morir unos pocos días después, aunque hubiera preferido seguir viviendo. El acceso al apoyo emocional en el momento propicio puede prevenir el suicidio.


4. Quien haya sido suicida alguna vez, nunca dejará de serlo.

FALSO. El mayor riesgo de suicidio suele ser de corto plazo y específico según la situación. Aunque los pensamientos suicidas pueden regresar, no son permanentes, y quien haya tenido pensamientos e intentos suicidas puede llevar después una larga vida.

5. Solo las personas con trastornos mentales son suicidas.

FALSO. El comportamiento suicida indica una infelicidad profunda, pero no necesariamente un trastorno mental. Muchas personas que viven con trastornos mentales no son afectadas por el comportamiento suicida, y no todas las personas que se quitan la vida tienen un trastorno mental.


6. Hablar del suicidio es una mala idea y puede interpretarse como estímulo.

FALSO. Dado el estigma generalizado alrededor del suicidio la mayoría de las personas que contemplan el suicidio no saben con quién hablar. En lugar de fomentar el comportamiento suicida el hablar abiertamente puede dar a una persona otras opciones o tiempo para reflexionar sobre su decisión previniendo así el suicidio.




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