Carolina Vargas
Médico General - Universidad de la Sabana
Neuropediatra - Universidad Nacional de Colombia
Así es, no solo las arterias en el cerebro pueden sufrir una obstrucción, esto también puede ocurrir con los vasos que drenan la sangre desoxigenada llamados senos venosos y venas cerebrales. Al igual que en otras partes del cuerpo como las piernas, los vasos venosos dentro del cráneo se clasifican en un sistema profundo y uno superficial. Cuando se obstruyen estos vasos se presenta una condición médica denominada trombosis de senos venosos (TSV).
La TSV es de gran importancia en la edad pediátrica puesto que, según se ha descrito en la literatura, los pacientes tienen hasta un 10% de riesgo de morir y dentro de este grupo los recién nacidos tienen un pronóstico aún más desfavorable. La TSV se asocia con un amplio grupo de factores de riesgo que varían de acuerdo con la edad.
En los recién nacidos se han descrito factores de riesgo asociados con el embarazo y el parto como son: la diabetes, la hipertensión materna y la corioamnionitis; también las infecciones agudas en el recién nacido, las alteraciones congénitas del corazón, asfixia perinatal, entre otros. En los niños más grandes son de gran importancia las infecciones en cabeza y cuello (otitis, meningitis, etc.), la deshidratación, la anemia por deficiencia de hierro; el cáncer como la leucemia; el síndrome de Down o las enfermedades autoinmunes como el lupus, por citar algunos ejemplos.
Reconocer los síntomas de TSV en la edad pediátrica representa un gran reto porque los síntomas pueden ser bastante inespecíficos; esto repercute en un diagnóstico más tardío y por lo tanto un acceso demorado al tratamiento lo que puede ensombrecer visiblemente el pronóstico del niño. Dentro de los síntomas descritos se encuentran las convulsiones, dolor de cabeza que empeora al acostarse, alteración del estado de conciencia (niño muy dormido, o agitado, con respuestas inadecuadas a lo que se le pregunta), parálisis de un brazo o una pierna, cambios en la sensibilidad, habla alterada.
El diagnóstico de la TSV se hace de acuerdo con las condiciones en las que se encuentre el paciente, en general se utiliza como primera línea la tomografía simple de cráneo; lamentablemente este tipo de imagen tiene unos resultados muy limitados para el diagnóstico de TSV (hasta en el 40% de los pacientes). Se prefiere el uso de la TAC cerebral contrastada o idealmente de la resonancia cerebral con venografía porque se puede llegar al diagnóstico en un mayor número de casos.
El tratamiento de la TSV se hace con medicamentos que evitan que la sangre coagule fácilmente denominados anticoagulantes; existen varias alternativas como son la heparina no fraccionada, la heparina de bajo peso molecular y la Warfarina. El uso especialmente de la heparina se ha asociado con un mejor desenlace en el largo plazo, disminuyendo la posibilidad de secuelas neurológicas permanentes como trastornos cognitivos, motores o visuales. El tiempo total del tratamiento se define de acuerdo con las imágenes de control que se hagan, es decir, si muestran una muestran una adecuada recanalización parcial o completa de los vasos obstruidos.
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